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Vivir en una isla desierta

  • Foto del escritor: Luana Cabrera
    Luana Cabrera
  • 6 abr 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 30 sept 2021

Sin luz, sin agua dulce ni señal telefónica. No hay palmeras, no hay calles ni una estructura fija que te cubra de las tempestades del Mar Caribe. Se trata de una isla con suficiente arena y corales blancos como para perderse en ellos a más de 50 millas náuticas de tierra firme. Y, aunque así sean las condiciones de esta isla, mucha gente vive de las riquezas naturales que aquí se encuentran y coexisten un completo contraste con las personas que vienen a este sitio a vacacionar un fin de semana. Fiesta, bronceado y pesca en medio de la absoluta nada. Así es la Isla La Tortuga y queda en Venezuela.


Texto y fotos por Luana Cabrera

“¡Buenos días compadre! ¿Bastante brisa anoche, no? De vainita me pude dormir, casi se me va volando la carpa”, saluda una persona a otra que apenas se encuentra estirando el cuerpo en la mañana de un nuevo día.


La Isla La Tortuga es básicamente una isla de pescadores que vienen y van por unos meses solo para la faena. Aquí no existen viviendas y está prohibido hacer estructuras fijas. Solo se puede hacer un techo con palos y dormir en carpa, bien anclado en el suelo para que no se lo lleve el viento.


Es una zona completamente inhabitable, pero donde se consigue vida en cualquier esquina.


En realidad, la Isla La Tortuga es inmensamente extensa. Alrededor de 150km2, la segunda ínsula más grande en extensión de Venezuela, después de Margarita. Sin embargo, en todo ese espacio, el único lugar donde se puede llegar a acampar, o anclar la lancha, es en el Cayo Herradura, una pequeña isla en los alrededores de La Tortuga, de 0,3km2 de extensión, donde se centra toda la actividad turística.


“Guaro” y “Segundo”, así les dicen, son dos hermanos pescadores que llevan consigo una importante labor: Mantener viva la huella que su padre ha dejado desde hace más de 30 años. Ambos son margariteños, así como otro grupo de pescadores, a diferencia de los Barloventeños, Guaireños y demás habitantes de poblaciones cercanas del continente que ahí también se encuentran.


Todas las mañanas bien temprano se levantan a pocos metros del mar y de inmediato se lanzan al peñero a buscar las redes que soltaron en la tarde y a disfrutar la pesca que lograron. Así como le enseñó su padre. Langostas, Cachuas, Atún, Carite, Picua, Mero, Pargo es el menú que pocos minutos antes vimos nadar alrededor de nosotros cuando nos sumergimos en ese azul profundo, pero que ahora ofrecen a las operadoras turísticas que tocan la isla los fines de semana.


Son decenas y de decenas de turistas que vienen a esta isla desértica a vacacionar durante el fin de semana, junto a embarcaciones de distintos quilates que atracan en la playa de arena coralina; y así como Guaro y Segundo, todos los pescadores están esperando su llegada para vender lo recogido en la semana.


Turistas bronceados, pescadores curtidos


A pesar de esta larga tradición de pesca artesanal que aquí existe, y que parece completamente perceptible al ojo del turista, la realidad es otra.


En los últimos años la Isla La Tortuga se ha vendido como un lugar alejado de todo, con aguas cristalinas, blanca arena, bronceado perfecto y fiesta hasta el amanecer. ¿Y dónde quedan aquellos que en cierta forma habitan este espacio del Caribe? ¿Dónde quedan los verdaderos protagonistas? Solo si eres de esos buscadores de vida, con interés sobre quiénes hacen de ese lugar lo que es, entonces podrás encontrarlos, acompañarlos en su faena por la mañana y conversar con ellos con un café recién colado durante la tarde fresca.


Solamente en este Cayo Herradura hay alrededor de 20 familias que se turnan cada varios meses, que producen y generan sustento. Los verás en sus rancherías que aparecen de tanto en tanto sobre el horizonte. De noche tienen las redes, de madrugada van a buscarlas y durante el día a limpiar, preparar y descansar. En la isla unos están bronceados mientras otros curtidos.

1.000 toneladas de tradición


La pesca en los alrededores de La Tortuga es una actividad tradicional e iniciada por pescadores margariteños desde hace más de 70 años, durante la primera parte del siglo pasado. La abundancia de recursos pesqueros y la existencia de salinas para la salazón del pescado, estimularon su incursión y permanencia temporal. La disponibilidad de agua dulce era la razón fundamental que definía el fin de las campañas así. El comercio era muy floreciente hacia las islas del Caribe así como hacia Higuerote lo cual, en esencia, se mantiene actualmente.


En las últimas décadas, esta tradición se ha consolidado y ya hay grupos de pescadores que todos los años instalan sus campamentos temporales o "rancherías" durante seis o siete meses.


Sin duda, la pesca artesanal constituye la actividad económica más importante y de mayor tradición que existe en la Isla La Tortuga, por encima de la actividad turística. En promedio la producción anual de estos pescadores es de 1.000 toneladas. Pero, a pesar de ello, el conocimiento que se tiene sobre la misma es mínimo y fragmentado y son pocos los documentos que ofrecen alguna información sobre la pesca artesanal en este espacio.


Recordemos esta isla como un paraíso repleto de fauna marina, de gente laboriosa, de historias y personas que necesitan ser escuchadas. ¿Te unes a vivir en esta isla desierta, junto a sus pescadores y su historia por unos días?


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